Individuo, comunidad y educación
DOI:
https://doi.org/10.22550/2174-0909.2252Resumen
El punto de partida de la educación es la individualidad, es decir, en frase de Herbart: "lo que el niño es y lo que tiene". La educación se propone cultivar, transformar la individualidad original en una persona consciente y en un carácter constante. El trabajo educativo no se opone en manera alguna a los rasgos originales, innatos, mientras éstos no se enfrenten con el fin superior de la educación; antes bien, los dejará crecer libremente o se servirá de ellos, ya que en ellos reside la fuerza de la individualidad. La individualidad no debe ser tratada como una simple «muestra» de la especie humana, sino respetada, conservando cuidadosamente sus peculiaridades. "La educación es el arte de crear y establecer las relaciones naturales y artificiales entre una individualidad dada y el mundo exterior, dirigiendo su pensar y su querer hacia la perfección moral" (E. Roehrich).
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