La autoridad en la disciplina directiva
DOI:
https://doi.org/10.22550/2174-0909.1469Abstract
Primer medio: Promover en el educando el sentimiento de la propia dignidad.-Entendemos por sentimiento de la propia dignidad la estima justa y ordenada de si mismo; el legítimo sentimiento del honor verdadero, que consiste en el valor y en la virtud; el aprecio de la buena fama y del justo derecho que a ella tiene la personalidad humana y, por tanto, el educando como hombre y como cristiano. No se trata, pues, del sentimiento de soberbia, que es amor desordenado de la propia excelencia, ni de los sentimientos viciosos que de la soberbia pueden dimanar, como los de ambición, vanagloria, presunción, ostentación, jactancia, hipocresía. . . Al sentimiento legítimo del honor, al que nos referimos, no se opone la humildad cristiana, que puede muy bien compaginarse con él, sino la falta de nobleza y lealtad, el egoísmo mezquino, los móviles rastreros o sensuales, y a las veces la desvergüenza, vileza y la degradación. El sentimiento de la propia dignidad así entendido, enteramente compatible con la virtud cristiana más elevada y aun con la santidad, brota espontáneamente en el corazón del niño y principalmente del joven no maleado, y es uno de los fundamentos más firmes en que se puede estribar para la educación moral.
Downloads
Downloads
Published
-
Abstract0
-
PDF (Español)0
How to Cite
Issue
Section
License
Copyright (c) 2025 Fernando M. Palmés

This work is licensed under a Creative Commons Attribution-NonCommercial 4.0 International License.




